Queso, colesterol y obesidad: desmantelando los mitos
http://www.elsaberculinario.com/2017/08/queso-colesterol-obesidad-salud-mito.html
Durante mucho tiempo, la grasa del queso ha estado relacionada con el aumento de los niveles de colesterol, obesidad y el consecuente riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. Como ocurría con el mito del huevo y el colesterol, todavía se sigue considerando al queso como un alimento rico en grasas saturadas perjudiciales para nuestra salud. ¡Ya es hora de que desmantelemos estos mitos!
El queso es un alimento muy completo. Aunque no es imprescindible para vivir, es un alimento que aporta una cantidad de nutrientes muy interesante: proteínas de buena calidad, lípidos, vitaminas (A y D) y minerales como el calcio. De todos ellos, la grasa es la que peor parte se lleva...
La grasa del queso y los productos lácteos enteros siempre ha sido considerada la mala de la película por ser una grasa saturada vinculada a la obesidad y las enfermedades del corazón.
¿Cuáles eran las recomendaciones que se daban? Reducir el consumo de lácteos enteros en favor de los desnatados y, sobre todo, evitar la ingesta de queso. Error.
A día de hoy podemos confirmar que, en el contexto de una dieta global, con una alimentación saludable y actividad física, el consumo regular de queso no contribuye en sí mismo a la obesidad ni incrementa el riesgo de enfermedad cardiovascular.
¡Desmantelemos entonces los mitos que rodean al queso!
Mito 1: la grasa del queso es muy saturada y por tanto, innecesaria
Falso. La grasa de la leche y los productos lácteos es muy compleja y puede estar compuesta por más de 400 tipos de ácidos grasos y moléculas lipídicas.
Estos compuestos, además de generar energía, participan en funciones biológicas muy importantes para nuestro cuerpo: ayudan a mantener el buen estado de las membranas celulares (capa que rodea a nuestras células), previenen la oxidación de otros ácidos grasos, intervienen en la síntesis de proteínas y desarrollo cognitivo, etc.
Por tanto, la grasa del queso no es una fuente innecesaria de calorías.
Mito 2: aumenta el colesterol malo (LDL) y el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares
Falso. En los últimos años se han hecho multitud de ensayos clínicos donde se consumía una ración diaria de queso, acompañada de una dieta equilibrada y ejercicio físico. No se observaron efectos negativos en relación al colesterol LDL o colesterol malo; todo lo contrario, en algunos casos se mejora el perfil lipídico en plasma de los participantes y los marcadores de enfermedad cardiovascular.
Por tanto, la grasa del queso y los productos lácteos no es tan mala como se pensaba para nuestra salud.
Mito 3: el queso engorda
Falso, el queso no engorda, engordas tú. Se ha comprobado que el consumo regular de queso no influye significativamente en el peso corporal, pero volvemos a lo mismo de antes, siempre teniendo en cuenta el contexto de una alimentación equilibrada y poco sedentarismo.
Además, el queso y los productos lácteos enteros son más saciantes que sus homólogos desnatados, lo que ayuda a comer menos. Haz la prueba con un yogur desnatado y otro entero, ¿cuál crees que te llenará más?
¿El efecto protector de la grasa láctea?
Ya hemos visto que el consumo regular de queso (también se aplica a yogur natural entero y leche entera) no solo no influye negativamente en el colesterol y la obesidad, sino que puede tener un efecto protector sobre nuestro metabolismo y salud cardiovascular.
Este efecto protector no se debe solo a la presencia de grasa láctea. Se piensa que es el efecto sinérgico que puede existir entre la grasa, las caseínas (proteínas lácteas), el calcio y las bacterias fermentadoras. La acción conjunta de todos estos factores explicarían los beneficios observados en los diversos estudios que se han hecho hasta el momento.
No olvidemos que tenemos que valorar a los alimentos como un conjunto de componentes, como un puzzle con muchas piezas, y no juzgar las bondades o puntos negativos por una sola pieza.
Puedes acceder al artículo que escríbi para el blog "Ciencia para llevar" en 20minutos para revisar los diferentes estudios científicos:
¡OjO!
Que desmantelemos los mitos del queso y digamos que su consumo es muy positivo para nuestra salud no significa que ahora tengamos que ponernos a comer queso como locos. Hay que tener en cuenta que hay muchos tipos de quesos, con diferente tiempo de maduración y densidad de nutrientes.
Dependiendo de las necesidades nutricionales de cada persona, de su tipo de alimentación y de su gasto energético por actividad física, habría que ajustar la ración de queso necesaria. ¡No te pases!
¡Espero que te haya gustado este post! Cualquier pregunta, no dudes en dejarme un comentario aquí o en mi página de Facebook.
¡Hasta otra!
Tomás García Cayuela
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